Entendiendo a la Solución Mineral

Solución Mineral

Obtenido de la Revista Discovery D Salud Num. 130
Segunda parte

En un organismo sano el pH de las células y tejidos oscila entre 7.35 y 7.45. Cuando nos intoxicamos, ese nivel baja y el cuerpo se acidifica. En un medio ambiente ácido y con niveles bajos de oxígeno, se desarrollan fácilmente todo tipo de microorganismos patógenos (que producen un daño a la salud) y también se pueden formar células cancerígenas. El dióxido de cloro sólo acabaría con los microorganismos cuyo pH es inferior a 7. Eso implica que, siendo inocuo, es eficaz para resolver todas las patologías de origen bacteriano, vírico, fúngico y algunos organismos parasitarios.

Dicho esto, debemos aclarar que ni el hipoclorito sódico al 100% (NaCLO), lo que conocemos como lejía, ni el hidróxido de sodio (NaOH), -la sosa cáustica, productos tan utilizados en nuestros hogares, tienen nada que ver con la Solución Mineral. También hay que aclarar que el Hipoclorito sódico al 5% se ha utilizado por años en tratamientos de endodoncia para desinfectar los conductos del diente, son fórmulas parecidas, tienen una función similar, pero no está diseñada para la ingesta, como si lo hace la Solución Mineral.

Aunque las autoridades sanitarias adviertan ahora de su peligro potencial, se calcula que en los últimos años, han sido ya cientos de miles de personas –tal vez millones- las que lo han ingerido, sin que se conozca más que un caso documentado de intoxicación. Y resulta inconcebible que entre tanta gente que lo ha conocido por internet y usado, nadie haya dado testimonios negativos. Por el contrario, circulan por la red, miles de testimonios sobre curaciones o mejoras en la calidad de vida, incluso en el caso de enfermedades consideradas crónicas o incurables.

También conviene remarcar que es muy habitual –incluso entre los médicos- confundir el clorito sódico CLNaO2 con el clorato sódico CLNaO3. Y tampoco tienen nada que ver. El clorato sódico libera una gran cantidad de ozono (O3) en su reacción oxidativa, tiene una fuerza de 2.13 milivoltios y resulta altamente corrosivo para todos los tejidos orgánicos (sanos y enfermos). Sin embargo, el clorito sódico libera oxígeno (O2) que tiene un poder oxidativo de 0.93 milivoltios y es mucho más compatible con las reacciones bioquímicas del organismo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *